sábado, 31 de enero de 2015

DE LA PUERTA DE LA SERRETA A LAS PUERTAS DE SAN JOSÉ, 2

ITINERARIO MEMORIALISTA POR CARTAGENA

2ª etapa: El Parque de Artillería:


El edificio del actual Parque de Artillería no es el original, construido durante el reinado de Carlos III en el solar del antiguo Huerto de los Carmelitas. El primer parque, proyectado por el ingeniero militar Mateo Vodopich, se concluyó en 1786, nueve años después del inicio de las obras. El edificio primitivo recibió el impacto de un proyectil el 6 de enero de 1874, durante el asedio de Cartagena por las tropas centralistas durante la Revolución Cantonal, proyectil que impactó en el polvorín. Cuatrocientas personas, la mayoría miembros del importante núcleo de población civil que se había refugiado tras sus muros, murieron y quedaron sepultadas bajo sus escombros. 


No se destruyó la totalidad del edificio, aunque le afectó enormemente, sino que quedaron en pie las fachadas laterales, que se mantuvieron en la reconstrucción del siglo XX, rica e intensiva etapa de nuestra historia, de la que fue testigo, y de la cual muchos acontecimientos transcurrieron en su interior.
Muestra de ello, algunos de los hechos acaecidos el 5 de marzo de 1939, cuando se convirtió en uno de los focos de la sublevación.
El Parque de Artillería cuando todavía se dedicaba a usos militares

A partir de las once de la noche del 4 de marzo, tanto artilleros como militares de otras armas, así como policías, paisanos armados, guardias, marineros y carabineros se concentraron en el interior del parque, al que condujeron grupos de detenidos, que amontonaron en distintas dependencias; detenidos de los que algunos lo habían sido bajo la consigna de “Por España y por la paz” que gritaban los sublevados de ideología republicana, mientras que otros lo fueron por los franquistas que gritaban “Arriba España, viva Franco”.
En medio de esa confusión de intencionalidades, se había puesto en libertad a más de 2.000 presos políticos, de los que algunos corrieron a ocultarse en sus casas o a intentar huir de Cartagena, mientras que los demás comenzaron el asalto de los puntos estratégicos, haciendo correr la sangre y ayudando en la detención de varios cientos de republicanos.
Como en el caso del coronel Armentia, republicano convencido, creían algunos sublevados estar dirigiendo un movimiento encaminado a firmar la paz con los fascistas,  mientras que otros, como en el caso del teniente coronel Espá, eran pro-nacionales, sin reservas, y dirigían un golpe destinado a entregar la ciudad al general Franco.



Era el Parque de Artillería el lugar de Cartagena en que era mayor la confusión, un recinto en que no se habían establecido siquiera las jerarquías, hasta que Barrionuevo, el general de Infantería de Marina retirado hizo patente su presencia en el parque por la mañana, asumiendo el mando, ordenando arriar la bandera republicana y alzar la bicolor, deteniendo a Armentia  y nombrando a Lombardero como jefe de su Estado Mayor y nombrando jefe del Arsenal al teniente coronel de la Armada Lorenzo Pallarés. Se concentró en conseguir la salida de la flota del puerto, lo que consiguió bajo la amenaza de su bombardeo por las baterías de costa, logrando que la escuadra abandonara Cartagena.

Despacho de Arturo Espá Ruiz
Durante un breve período de tiempo pareció que Cartagena fuera a caer en manos de las tropas franquistas, pero en la medida en que los puntos clave de la plaza fueron volviendo a las manos republicanas y la brigada 206 presionara con su avance sobre la ciudad, la desesperanza se apoderó de las fuerzas ocupantes del parque, desde el cual los falangistas se entregaron con ardor a su defensa, en contraste con los oficiales de Infantería de Marina y del Ejército, que no demostraban apenas entusiasmo.

Se liberó a algunos de los oficiales republicanos detenidos por Barrionuevo, entre los que se encontraba Armentia, para que colaboraran en la defensa del sitio, que poco a poco fue debilitando su resistencia.
Ya ante la entrada de los soldados de la brigada 206, el coronel Armentia, defensor de la República, que había participado del golpe en el firme convencimiento de estar contribuyendo con él a la consecución de la negociación de una rendición honrosa y se había visto envuelto, dentro de la vorágine de la confusa sublevación, en el seno de un alzamiento franquista, no vio ninguna alternativa honrosa a la situación en que se encontraba, que el suicidio, lo que acometió haciendo estallar junto a su cuerpo una granada.
No fue ésta la versión que posteriormente los vencedores dieran de su muerte, sino que corrieron la especie de que había muerto en el tiroteo entre los miembros de la 206 y los defensores del parque. Así lo han hecho constar ciertos historiadores franquistas, y así se ha plasmado en el texto de la placa que colocada en el descansillo de la escalera que conduce hoy al Museo Militar, museo en que se ha convertido parte del recinto del antiguo parque.


Los muros del Parque de Artillería en los años setenta,
cuando la de Juan XXIII era una plaza de pequeñas dimensiones
El Parque de Artillería primitivo, que tan gran extensión de terreno ocupó, se ha visto considerablemente mermado, creciendo a su costa el espacio de la Plaza de Juan XXIII, contigua a los muros del edificio, parte de los cuales han pasado a constituir los soportales que hoy rodean la plaza citada, mientras que el resto del edificio se ha dividido en dos espacios, uno correspondiente a Archivo Municipal y otro a Museo Militar, un museo que conserva cierto tufillo franquista por mucho que, teóricamente, se haya tratado de disimular, y en cuya escalera de acceso a la planta principal, junto a la placa que conmemora la muerte de Armentia podemos encontrar la inevitable lápida conmemorativa en honor a los “muertos por Dios y por la patria”. 

No encontramos, sin embargo, ninguna lápida, ninguna placa, ninguna referencia al importante papel que para el ejército represor constituyó  este lugar, en cuya biblioteca constituyeron los conquistadores la sala de celebración de los consejos de guerra a que se sometió a los republicanos vencidos. Se trataba de tribunales en los que sólo se juzgaba a los pertenecientes al Ejército de Tierra.
Si con gran energía pedimos la supresión de los símbolos y nombres fascistas de nuestras calles, con no menos fuerza pedimos que en los lugares de la memoria figure una mención al papel que jugaron en nuestra historia, un texto en cada uno de los edificios donde fueron sojuzgados, humillados, procesados, encarcelados o ejecutados los fieles defensores de la República, para que estos hechos de la historia de nuestra ciudad sean conocidos por las actuales y las futuras generaciones.
Que sus nombres no se borren de la historia.   

La plaza de Juan XXIII antes de ser ampliada a expensas
del espacio ocupado del Parque de Artillería

Salón de actos del Museo Militar

Patio entre el edificio destinado a Museo Militar
y el ocupado por el Archivo Municipal




Retrato y busto del general golpista Francisco Franco,
expuestos en el museo




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